La castidad como don eximio de la gracia, HEMOS DE BUSCAR LA UNIÓN PERSONAL CON CRISTO POR LA MÁXIMA EXPRESIÓN DEL AMOR; ESTO ES, DANDO POR ÉL, LA VIDA CON AMOR DE EXCLUSIVIDAD y para conservar este don especial del Señor la Hermana Franciscana ha de cultivar la centralidad en Jesucristo, por medio de la Eucaristía, la oración, formación integral y la sana relación fraterna. La fidelidad a Cristo mediante la castidad exige una asidua y serena vigilancia de nosotras mismas.

Nuestra Madre fundadora María Francisca de las Llagas cuando aconseja: hay que entregarse al Señor   con amor puro y elevado por encima de todos los amores de la tierra e invita a ratificar la entrega martirial de abnegación.