Siguiendo de cerca a Cristo

Conscientes del don de la vocación divina y dóciles a la voz del Señor que nos invita a seguirle de cerca, amándole sin reservas, con determinación libre y madura, hacemos voto público de castidad, pobreza y obediencia evangélicas, comprometiéndonos en testimonio de adoración y reparación, a vivir en la misma condición de vida de Jesucristo, que casto y pobre, por su obediencia hasta la muerte de cruz, redimió y santificó a los hombres.

Movidas por la caridad que el Espíritu Santo , derrama en sus corazones, vivan más y más para Cristo y su Cuerpo, que es la Iglesia; y cuanto más fervientemente se unan a Cristo por esa donación de sí mismas, que abarca la vida entera, tanto más veraz se hace la vida de la Iglesia y más vigorosamente se fecunda su apostolado.