Hijas de La Iglesia
Siguiendo de cerca a Cristo
§1. Conscientes del don de la vocación divina y dóciles a la voz del Señor que nos invita a seguirle de cerca, amándole sin reservas, con determinación libre y madura, hacemos voto público de castidad, pobreza y obediencia evangélicas, comprometiéndonos en testimonio de adoración y reparación, a vivir en la misma condición de vida de Jesucristo, que casto y pobre[1], por su obediencia hasta la muerte de cruz[2], redimió y santificó a los hombres.
§2. Movidas por la caridad que el Espíritu Santo derrama en sus corazones[3], vivan más y más para Cristo y su Cuerpo, que es la Iglesia[4]; y cuanto más fervientemente se unan a Cristo por esa donación de sí mismas, que abarca la vida entera, tanto más veraz se hace la vida de la Iglesia y más vigorosamente se fecunda su apostolado.
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El Señor te bendiga y te guarde;
te muestre su faz y tenga misericordia de ti.
Vuelva a ti su rostro y te conceda la paz.
El Señor te bendiga.
Amén.
«El Señor te colme a manos llenas de todas sus bendicones y luces, que te dé la salud, te conceda la salvación eterna y te libre de todo pecado mortal».