Obediencia

Insertas en la voluntad salvífica de Dios

§1. Por la obediencia evangélica, ofrecemos a Dios como sacrificio la entrega de nuestra voluntad, nos unimos a la volun­tad salvífica de Dios e imitamos plenamente a Cristo que se hizo por nosotros obediente hasta la muerte de cruz[1], y entregó su vida para redención de muchos[2].

§2. En tal virtud, la hermana al asumir la obediencia se compromete a iden­tificarse con la obediencia de Cristo, imitándolo en el servicio de redención que prestó a los hombres a través del sacrificio de su vida, y realizó todos los actos de obe­diencia por amor al Padre y puso toda su vida al servicio de los hermanos.

 

El voto de obediencia

§1.  El voto de obediencia, abrazado con espíritu de fe y de amor en el seguimiento de Cristo, obediente hasta la muerte, obliga a someter la propia voluntad a las Superioras legítimas, que hacen las veces de Dios, cuando mandan algo según nues­tras Constituciones.



 

 

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