Historia

Dios  se sirve de  acontecimientos históricos para inspirar sus obras.  El acontecimiento luctuoso del 4 de Mayo de 1897  sirvió como motivo coyuntural para la creación de esta obra maravillosa en Ecuador. La hora de la fundación de nuestro Instituto llegó cuando un enorme sacrilegio en Riobamba enlutó a la Nación. Fueron profanadas las Sagradas especies  y asesinado el meritísimo Padre Emilio Moscoso, proclamado Beato por su Santidad el Papa Francisco, el 16 de Noviembre del 2019. Este es uno de los actos más execrables que cometió el Liberalismo ateo. Este acontecimiento llenó de vergüenza a la Patria, consagrada al Sagrado Corazón de Jesús. Este hecho afectó profundamente el corazón de nuestra Madre Fundadora. Y para desagraviar al Santísimo por siempre pensó en fundar una familia religiosa,  para que hubiera una legión de almas que le adoraran, repararan y amaran, por los que no le adoran, no reparan, ni le aman.

Surge así, ante nuestra admiración jubilosa, la preclara figura de la Madre María Francisca de las Llagas. Fue predestinada por Dios para ser lustre y ornamento excelso de la Iglesia y de la Patria. Esta predestinación estuvo encaminada a la realización de un plan salvífico de Dios en los destinos históricos de la Nación amada del Corazón Divino, nuestro pequeño Ecuador.

Así el 4 de junio de 1897, al mes justo del sacrilegio de Riobamba, en el viejo convento de la recoleta de San Diego se reunieron tres mujeres valerosas que pusieron la primera piedra del edificio de la Fundación, que como la semilla del Evangelio, naciendo tan pequeña y humilde, crecería hasta ser ahora árbol corpulento que extiende su ramaje hacia todas las direcciones de la Patria y más allá de sus fronteras: Chile, Colombia, Venezuela, Roma, México, Perú, Africa, llenando los campos de su acción evangelizadora en ejercicios espirituales, educación, misiones, promoción social  con los frutos abundantes del Espíritu.

 

Son claras las finalidades de nuestra fundación: Somos almas reparadoras. Somos educadoras del pueblo humilde. Somos misioneras.

Está definida nuestra presencia en la Iglesia y en la Patria. Con optimismo y valentía debemos seguir  cumpliendo heroicamente nuestro destino fundacional: ADORAR, REPARAR Y SERVIR FRANCISCANAMENTE. Nuestra vida tiene sentido. El futuro está en nuestras manos y complica nuestras vidas en una entrega más decidida a nuestro ideal sublime. Somos en el Ecuador una Congregación reparadora por vocación. Misión la nuestra gloriosa, pero sacrificada y de oblación.

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